Aunque golpeados, muchos restaurantes peruanos volverán a reabrir sus puertas esta semana. Estos son los testimonios y las reflexiones de algunos emprendedores del sector.

avier Arévalo y Beatriz Tenorio (Los Dos Piratas), junto a José Del Castillo y Julia Mallqui (Isolina y La Red), listos para dar pelea en esta nueva fase de reapertura de servicio en salón. Los restaurantes dan la batalla. (Foto: Alessandro Currarino)

Armados con mucho más que ollas y sartenes, en defensa de esos sueños que con tanto esfuerzo alcanzaron, cocineros y cocineras peruanos enfrentan hoy su más difícil batalla. Muchos ya cayeron -según datos del gremio gastronómico, el 50% de los restaurantes del país han cerrado y con ello se han perdido más de un millón de empleos- pero varios siguen dando pelea a esta coyuntura generada por una pandemia que nos ha cambiado la vida a todos.

Hemos pasado cosas duras, pero no tanto como esto”. La confesión es de Javier Arévalo, fundador de Los Dos Piratas de San Juan de Miraflores, sobreviviente del cólera, la hiperinflación, el terrorismo, el Fujishock y otras cuitas. Al chef la pandemia lo encontró con el proyecto de remodelación de su cebichería andando: con un préstamo ya desembolsado, continuó con la demolición de su antiguo local para iniciar con las mismas la nueva construcción. Los 33 años de la cebichería llegan con dos hipotecas, debiendo usar como salón del restaurante el primer piso de la casa familiar, e ingeniándose salidas para estos tiempos de reinversión. “Nos hemos vuelto polleros. Toda la pandemia hemos subsistido vendiendo pollo a la brasa; y cebiche de pescado con pulpo o chupe de camarones [en tiempos en que no había veda] a S/20, hamburguesas de 160 gramos de carne a S/9. No chorrea, pero gotea”.

Su equipo de 12 colaboradores se redujo a siete. Sus hijas Esperanza, Milagros y Guadalupe entraron a apoyar, y en cocina se fajan su hijo Javier, él y su esposa, Beatriz Tenorio, una guerrera que ha superado situaciones peores que la actual. “Mi suegra me apoya con los picarones; mi esposa hace la mazamorra y el arroz con leche (…) Vecinos con moto me hacen el delivery o nosotros mismos con la camioneta”. A los Arévalo Tenorio la pandemia los ha golpeado, pero esta familia tiene armadura para pelear.

Fuente: El Comercio

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